Con los Monterrey y varios amigos de ellos fuimos a Bellavista con intención de ir a un bar donde un grupo de jazz presentaba un ejercicio. Como el periódico marcaba las 9 como hora de presentación,llegamos con puntualidad británica. Pero el jazz es el ejemplo de la ruptura de todo lo establecido. A la hora prevista apenas instalaban instrumentos y hacían pruebas de sonido. Total que optamos por ir a cenar para luego regresar.
El restaurante es uno de esos que uno jamás descubriría sino por consejo de algún local. Una entrada con aspecto de bar de mal muerte, un pasillo conduce a una sala interna. Un espacio magnifico de cielo abierto, donde fueron armando como pequeños rincones. Una barra magnifica atrae a los habitues. Comimos delicioso y el acompañante de toda la cena fue la risa enloquecida y el buen humor. Estuve a punto de hacerme pipí varias veces. ¿Se le puede pedir mas a una noche de amigos? El exito en la vida tiene todo que ver con la apreciacion de los pequeños placeres.
Por supuesto, de vuelta en el bar de jazz, el concierto estaba a punto de terminar.
Caminamos mucho en esta ciudad, que es no solo sabrosa sino hermosa.
El otoño no termina de establecerse. Quizás no se siente bienvenido. Y nosotros queremos que llegue ya.
Tenemos programa para el fin de semana. Mercado de las pulgas en Vitacura y el sábado en la noche una excursión a las afueras de la ciudad para hacer observación de cielos. Ojalá haya alguna estrella fugaz, para pedirle un deseo...
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