La tranquilidad de este día es asombrosa. El cielo está perfectamente azul y la temperatura amable. Almorzamos en la mesita. Desde allí se puede sentir el verdor y la paz de un jardín que los arquitectos pusieron sobre el techo del garaje. Allí, una hermosa pajarita se afana en terminar su nido.
Hace poco fue la vendimia pero ya hay entusiasmo por la aparición en la primera semana del invernó de la versión local del Beaujolais Nouveau, cuyo nombre no recuerdo. Al parecer tuvieron un excelente vendimia. Chile produce y vende mucho menos vino que Argentina, pero para los chilenos sus vinos son como su carta de presentación.
Sigo sin poder convencer a Arnaldo para que me mueva unos muebles. Dice que lo hará cuando compremos el apartamento. Si, compraremos lotería para poder comprarlo. No sólo es un excelente negocio, sino que a esta ciudad podríamos venir cada año por unos meses. Porque esta ciudad es magnifica para unos meses de paz, seguridad, arte y un baño de inmersión en el primer mundo. Pero como no pierdo el interés en mover los muebles, lo haré cuando Miguel venga.
Hoy almorzamos ostiones a la parmesana. Estaban ricos.
Siguiendo el consejo de Miguel, cree este blog para ir guardando estas crónicas.
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